jueves, 15 de noviembre de 2012

Once.


Querido diario.
Hoy, estoy evolucionando. Aún no me he encontrado a mí misma, y sigo intentándolo, pero presiento que el camino aún es largo, y me quedan demasiadas piedras que esquivar, hoyos que saltar y cuevas a las que adentrarme.

He aceptado que soy una persona diferente a la que fui, pero por más que busco, no me recuerdo. ¿Quién era antes de saltar al abismo? Quiénes me conocían, desaparecieron de mi vida, y los que aún mantengo, permanecen en la lejanía de mi nuevo mundo.



Los días ya no son tan largos, y la melancolía apenas me visita por las noches.  Aparece en los momentos menos esperados. He pasado la primera fase;  al fin.

El tiempo se acorta y cada vez tengo más cosas en las que poder distraerme, hasta el proclamar  un poco de minutos para mí misma.
Anoche recordé como ella aparecía en mis sueños. Triste, lejana. Yo sonreía, saltaba de alegría, la besaba, pero ella no me correspondía. Su mirada ya pérdida, fijaba su atención en la mía, me observaba, impasible. Nada más.
Su sonrisa se perdió junto a la mía, y mis besos jamás fueron correspondidos. ¿Duele? Demasiado. No me acompaña ni en los sueños; la busco cada noche, pero ya no la encuentro. Me despierto cansada, triste y vencida. Mi juicio,  ya no es capaz de crear una entelequia que me calme, y mi conciencia no está por colaborar con mentiras.  

Estas ojeras, delatan la falta de cariño. De su cariño.

Vuelve. Aún sigo llorando esperando a que me beses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario