No me dejes crecer sola. –Susurré antes de que el peso de
mis párpados me trasladaran a un mundo más allá de la realidad en donde mi
tristeza era tan pequeña que no cabía en mis pensamientos, los sueños… Los
sueños, demasiado bonitos para despertar. Su sonrisa permanente al verme, mis
lágrimas alegres por tenerla delante y poder, por fin, después de tanto tiempo,
abrazarla y darle todos los besos que estaban pendientes por retraso. Su voz,
su cariño, ese que tanto me falta y no quiero reconocer. Su perfume… Ya ni
recuerdo su olor, hasta eso se ha desvanecido. ¿Qué me queda aparte de los
sueños y los recuerdos? No quiero objetos materiales, ni su ropa, ni sus joyas.
Quiero que vuelva. ¿Podré aceptar alguna vez que hay cosas que tienen un fin y
no un principio en otro lugar? Su fin, el mío a pesar de que físicamente
demuestre lo contrario.
Estoy rota. Sola.
Te extraño lo que mis palabras no pueden describir.
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